Jean Baptiste de Franssu: “La finalidad del IOR es servir a la Iglesia”

El Instituto para las Obras de Religión, el IOR, también conocido como el “banco vaticano”, no aspira a la visibilidad, ni a salir en los medios de comunicación, sino a ser una institución financiera sólida, adherida a los principios internacionales, que no sea noticia pero que quiera estar al servicio del Papa y de la Iglesia. Así lo explicó Jean-Baptiste Douville de Franssu, presidente del Consejo de Superintendencia del Instituto de Obras de Religión, en un Foro Omnes sobre “Transparencia y corresponsabilidad al servicio de la Iglesia. El trabajo del IOR”, celebrado en Roma.

El encuentro, organizado por Omnes con la colaboración del Grupo CASE (“Corresponsabilità, Amministrazione e Sostegno Economico alla Chiesa”), ha tenido lugar el 4 de junio en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma. El coordinador del Grupo CASE, Jesús Miñambres, profesor de Derecho Patrimonial Canónico en esa Universidad, fue el encargado de presentar al presidente del IOR y de moderar la sesión y el diálogo que siguió a la intervención del Dr. de Franssu. El acto contó con la participación de diversos profesionales de las finanzas, ecónomos de diversas instituciones religiosas y profesionales de la comunicación.

Una institución “completamente transparente”

En el diálogo, que duró poco más de una hora, de Franssu subrayó que el Instituto para las Obras de Religión es “completamente transparente” en su gestión. Se trata, dijo, de una institución pequeña, que representa 6.000 millones de activos y emplea a unos 120 empleados (117 según el informe del IOR de 2022, el último de los publicados). Asimismo destacó que se trata de una institución que ha sido completamente reformada y que se ha convertido en un “socio confiable” en el ámbito financiero mundial, como muestra, por ejemplo, el reconocimiento recibido de las principales instancias independientes de control, incluido Moneyval.

De izquierda a derecha, Jesús Miñambres, Jean Baptiste de Franssu y Alfonso Riobó, director de Omnes ©Gianni Proietti

El IOR, explicó su presidente, puede compararse a una especie de “caja de ahorros”, pero con la diferencia de que es la institución de un Estado soberano. Cualquier Estado que busque una estabilidad económica, defendió de Franssu, “no puede depender de las fluctuaciones extranjeras”, por lo que la existencia de una institución como IOR es plenamente comprensible y necesaria para ayudar a la Iglesia a alcanzar sus fines en la actualidad.

De Franssu, que preside el Consejo de Superintendencia del IOR desde 2014, reivindicó los resultados positivos de su gestión, concretados en una renovada credibilidad internacional que se manifiesta en las relaciones que el IOR mantiene en la actualidad con alrededor de 40 bancos de diversos países, y en la orientación de las inversiones hacia una “dimensión de ética cristiana” (lo que se conoce como “faith consistent investing”), hasta el punto de que hoy “no hay inversión vaticana que no respete la enseñanza de la Iglesia”.

En relación a los criterios de inversión ética más conocidos, los ESG (“environmental, social and governances”), de Franssu señaló que en la actualidad han llegado a convertirse en una herramienta política para la transformación de la sociedad en cuestiones como el género u otras relacionadas. En ese sentido, no son coherentes con los principios cristianos, y el IOR se mantiene distante de ellos.

Mejora de la profesionalidad y beneficios

De Franssu subrayó que el Instituto es propiedad del Papa gobernante, por lo que cualquier beneficio se pone a disposición de la Secretaría de Estado o directamente del Santo Padre, y de este modo el IOR aporta su contribución a la buena marcha de las finanzas de la Santa Sede.  

El ponente atiende a los asistentes al finalizar el Foro ©Gianni Proietti

En cuanto al funcionamiento del IOR, subrayó que ahora el Instituto sólo puede conceder préstamos en determinadas circunstancias, y por razones institucionales. También destacó la importancia de llevar a cabo la mejor gestión posible de los activos, señalando que “se ha abusado del instituto en muchas ocasiones, y se ha perdido mucho dinero debido a un alto grado de incompetencia”.

La Junta de Superintendencia, que se renovará al final de su mandato de cinco años, representa a las regiones donde la Iglesia tiene una fuerte presencia, e informa directamente a la Comisión de Cardenales.

El Foro Omnes recibió el apoyo, como principal patrocinador, del Banco Sabadell, así como por la Fundación CARF (“Centro Académico Romano Fundación”), con la colaboración de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y el Grupo de Estudios CASE.

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